-¡ Mira, un coche se acerca, es el que trae a Elizabeth ¡ No hagamos ruido y escuchemos.
El auto se detuvo en la puerta de entrada como siempre lo hacía, el chofer bajó y puso las maletas en el suelo, luego ayudó a la pasajera a apearse, venía con muletas. Al instante la mujer llamó.
-¡Debra, ya llegué, ayúdame con el equipaje!
En eso aparece Harry en la puerta, diciendo:
-Bienvenida, querida Elízabeth.
Ésta se quedó atónita, pero enseguida se repuso y ordenó al chofer que se fuera. Harry se acercó, cargó los bolsos y los llevó adentro, Elízabeth no daba un paso, cuando su marido regresó la tomó de un brazo para ayudarla a entrar a la casa, pero ella seguía de pie con sus muletas, al fin preguntó.
-¿ De donde saliste, así que estabas vivo? ¡Necesito una explicación!
-También yo necesito una explicación, -contestó Harry- sobre el motivo por el cual me arrojaste al fondo del barranco.
Los jóvenes escuchaban espectantes, Elizabeth entró, pero desde afuera se oía la discusión.
- ¡Primero quiero saber donde está mi mucama!
-La mucama quiso irse-contestó Harry- No tenía motivo para impedírselo,
ahora soy yo el que se quedará contigo.
-Bueno, no irá muy lejos.
Debra y Mauricio decidieron marcharse, mientras caminaban hacia la ruta, el joven le dijo a su compañera.
-Tal vez nunca sepamos lo que pasará con esta pareja en el futuro, pero lo que es seguro es que ningunos podrá dormir sin vigilar al otro.
-Dime Debra, ¿ Sabes que Elizabeth camina y no necesita silla de ruedas ni muletas?
-Sí, según lo que me dijo mi Tía Eulalia, ¿ cómo lo sabes?
-Te diré, mientras estuvimos en la ciudad y luego de entregarme el dinero prometido, ella creyó que yo me alejaría para siempre, tal como me lo había ordenado, en cambio la seguí a todos lados y siempre a prudente distancia. Así pude enterarme que caminaba normalmente y sin ayuda. También que se encontraba con el chofer en un restaurante, el mismo que la venía a buscar para las supuestas rehabilitaciones y que la trajo hoy. De ese modo pude descubrir que se trataba de un comisario.
-¡No lo puedo creer!- Exclamó Debra- seguramente era un cómplice.
-Así es, en otro momento se reunió en una casa con ese comisario, un abogado y un médico. Yo lo supe a través de una ventana, agazapado en la noche, detrás de unas chapas.
Mientras el joven iba narrando, llegaron al portón de salida y vieron pasar un micro. Como faltaba mucho para que pasar otro, se sentaron en el suelo a esperar el siguiente.
-¿Y de que hablaban esos hombres?- Preguntó impaciente la muchacha.
-Hablaron sobre el viaje que Elizabeth pensaba hacer al exterior, pero no les dijo que era para siempre, simplemente que se quedaría seis meses. Todos se oponían a que se ausentara, ya que, según me enteré, ella les pagaba mensualmente. Elizabeth los tranquilizaba prometiéndoles una cantidad de dinero junto, hasta su regreso. El que sin duda era un médico, en un momento dijo.
-Yo arriesgué mi mátricula de médico para firmar la defunción de Verónica como muerte natural y nunca estoy tranquilo al respecto. Sin olvidar que luego firmé la suya, señora.
-Y yo-dijo el que conocemos como chofer- puedo ir preso por muchos años si todo se descubre, le aclaro que soy muy respetado en mis funciones de comisario. Además mi familia no sabe nada de todo esto.
-Cuando ocurrió el caso de Verónica-dijo el abogado- tuve que tentar al fiscal y al juez para que el juicio que entabló la familia no prosperara. Aquí hay mucha gente comprometida.
-Perdón doctor, pero el dinero que cobran es mío- dijo enojada Elizabeth.
-Y, en cuanto a su supuesta muerte-prosiguió el letrado- ¿ Se imagina usted, si su esposo aparece un día de éstos?
-Eso no va a ocurrir y si así fuera, yo lo arreglaría. Debo recordarles señores, que cuando me disponga a irme les voy a firmar un cheque a cada uno y eso será lo último que les daré, me ausente, o no. Si yo caigo, caerón todos ustedes, como fruta madura. ¿ Están de acuerdo?
-Desde mi escondite pude ver como todos se miraron, luego hicieron un silencio y al final aceptaron el trato. Ya ves Debra, que Elizabeth siempre gana. Lo que más me duele es que mató a mi hermana.
-Lo siento mucho-dijo Debra- ¡ Mira, allí viene el micro¡
Una vez ubicados en sus asientos, Muricio suspiró hondamente y le dijo a Debra.
-Por fin volveremos a casa, con éste dinero y el que ganamos con nuestro trabajo, pagaremos de alguna manera a la gente que estafamos y tal vez retiren sus denuncias. ¿ No te parece? Yo te amo, pero si tú no quieres seguir tu vida conmigo, lo comprenderé.
-Yo también te quiero Mauricio, pero debo tomarme un tiempo para pensar. Ahora, si me permites, hablaré con tía Eulalia para saludarla y saber sobre su salud.
-Hola, ¿ Eres tú Tía? ¡ No puede ser¡ Si yo estuve hace unos días con ella, ¿Habla Amelia? ¿ Y quién habla entonces? ¿ Desde cuando está internada? Usted debe estar equivocada, es imposible que lo esté desde hace meses.Yo soy de la familia y acabo de estar con ella y con Amelia, su amiga. ¿ Que le sucedió? ¡La escucho señora! Perdone, pero voy a cortar. Gracias.
-¿ Que te dijeron? Preguntó preocupado Mauricio-
-¡ No puede ser que me digan que no hablé con mi tía en estos días! Y que está internada desde hace unos meses. Una mujer dice que tía Eulalia nunca se pudo sobreponer a la muerte de su hermana y de su sobrina Debra. Creo que me voy a descomponer, también dijo que se fracturó la cadera el día de la muerte de mi madre porque sufrió un desmayo por la noticia. ¿Recuerdas que me preguntaste porque no estaba presente el día que mamá murió?
-Eres una tonta- dijo enojado Mauricio, fue una broma macabra, ¿ Estás segura que contestaban de la casa de Eulalia?
-Sí, es una mujer que está encargada de la vivienda hasta que regrese mi primo de España, ¿Como podía saber eso? Según esta mujer, mi madre, mi novio y yo dejamos de existir al caernos de un barranco cuando huíamos de la policía.¡ Estamos muertos!
-¡ Cállate ! recuerdo haber huido de la policía varias veces pero no contigo ni con tu madre y, yo no conocía barrancos hasta que llegamos a la casa de los Benson. ¿No recuerdas cuando velamos y sepultamos a tu madre que murió de un infarto?
-Sí, pero mi cabeza se niega a pensar, ¿ Cómo puede la gente hacer este tipo de bromas?
-No me extrañaría que Elizabeth tuviera algo que ver con ese llamado, lo que ocurre es que hemos vivido cosas espeluznantes. Debes tratar de descansar- le aconsejó Mauricio.
-¿Qué buscas en tus bolsillos? -Preguntó Debra.
-El dinero que me dio Elizabeth, lo único que me faltaría es que lo hubiera extraviado. Debe estar en el bolso.
Cuando el joven lo abrió estaba lleno de cenizas.
Debra abrió sus ojos desmesuradamente e iba a decir algo cuando el chofer los interrumpió.
-¿Vienen de algún evento?
-No- contestó el joven- pasamos el día visitando el barranco y luego fuimos a cenar.
-Me parece que bebieron demasiado, esta no es zona de barrancos.
Los jóvenes se miraron sin poder creer lo que estaban escuchando. Se quedaron en silencio y al llegar al pueblo, Debra le dijo a Mauricio.
-Ya que para llegar a casa tenemos que pasar por el cementerio, visitemos la tumba de mamá, ¿quieres?
-Por supuesto, entra tú que yo compro flores y te alcanzo.
Cuando estuvieron frente a la tumba, vieron con estupor el nombre de la madre de Debra y la de ellos dos. De pronto sintieron frío y desaparecieron.
FIN